La izquierda peruana y su oportunidad
Por: Julio Huayta
Los problemas de la derecha peruana se manifiestan desde una óptica política-constructivista. Se sabe —de primera mano— que las instituciones de este lado político no cuentan con respaldo o legitimidad de las masas. Ello demuestra una falta de vinculación entre los agentes de la derecha que realizan una política enmarañada con un disfraz de un típico ciudadano aventajado y el pueblo que se desvela alimentando a los poderosos. La derecha critica mucho a la izquierda, tanto práctica como teóricamente, aduciendo un ineficaz aparato conceptual por parte de los militantes de la izquierda peruana. Ante ello, es necesario precisar que ésta izquierda ha pasado por un proceso de transición y maduración, en el cual, a través de una autocrítica dialéctica, se han podido definir las directrices más preponderantes para la actuación política en el país. Hoy por hoy, los máximas ulteriores de la izquierda peruana son claras con la puesta en marcha de nuevas estrategias programáticas dirigidas a refundar el país.
Con todo, muchos charlatanes renuentemente describen a la izquierda como una facción pueblerina dividida, sin mayor trascendencia. Sobre este particular, es conveniente referir que la izquierda en general se encuentra orientada hacia objetivos loables de conexión con las masas. El peruano promedio se encuentra cansado de las distintas miradas de desdén de los altos funcionarios, quienes ante el sollozo de los trabajadores, atinan a mostrarse indiferentes. Vivimos en una coyuntura que se presta para la exaltación y reivindicación de la izquierda peruana. No pretendamos que conductas infantilistas se disfracen y se personalicen en hombres que no buscan más que opacar y hacer reñir a una masa social que no encuentra salida, en razón del burdo sistema ciego de los poderoso en la que se deselvuelven, donde la democracia se desdibuja, transformándose en un arma de doble filo y de apariencia etérea.
Pues bien, la izquierda, como único agente colectivo canalizador de los intereses de la población, va en aras de lograr un cambio en el curso del país. Para efectos de un cambio político y discrecional se adecuan las tesis marxistas a nuestra coyuntura actual peruana. Se tiene que afrontar las contradicciones regeneracionales de manera próspera, valorando toda alternativa práctica y teórica como un medio de cambio social. La izquierda ya no es más la de antaño, una que se caracterizaba por cuestiones fútiles y sesgos dogmáticos. Una izquierda que buscaba mantenerse alejado de concepciones utilitaristas y liberales, debido al constante parangón que se hacía del material dogmático entre ambas posturas ideológicas; la izquierda de hoy es auténtica y humana.
Sin duda alguna, la democracia se encuentra gravemente dañada; por consiguiente, se torna necesario la participación de nuevos entes políticos, que demuestren a ultranza que el cambio tiene que propiciarse. Los políticos que actualmente se encuentran en los distintos escaños del poder no han resultado ser los más competentes para lidiar con la crisis estructural que el Perú vive, porque efectivamente la crisis del Perú emana de un escollo estructural de las instituciones. Es momento de aplicar los principios del centralismo democrático, y de lograr la eficacia por medio del establecimiento de lazos de confianza consciente en el plano de la dirección política. Lo único capaz de hacer que se recupere dicha confianza en nuestros líderes es tumbar los focos plagados de pantomimas e ir en pro de lineamientos coherentes y congruentes, y ese es el espacio que la coyuntura actual proporciona a la izquierda: su oportunidad.
Con todo, muchos charlatanes renuentemente describen a la izquierda como una facción pueblerina dividida, sin mayor trascendencia. Sobre este particular, es conveniente referir que la izquierda en general se encuentra orientada hacia objetivos loables de conexión con las masas. El peruano promedio se encuentra cansado de las distintas miradas de desdén de los altos funcionarios, quienes ante el sollozo de los trabajadores, atinan a mostrarse indiferentes. Vivimos en una coyuntura que se presta para la exaltación y reivindicación de la izquierda peruana. No pretendamos que conductas infantilistas se disfracen y se personalicen en hombres que no buscan más que opacar y hacer reñir a una masa social que no encuentra salida, en razón del burdo sistema ciego de los poderoso en la que se deselvuelven, donde la democracia se desdibuja, transformándose en un arma de doble filo y de apariencia etérea.
Pues bien, la izquierda, como único agente colectivo canalizador de los intereses de la población, va en aras de lograr un cambio en el curso del país. Para efectos de un cambio político y discrecional se adecuan las tesis marxistas a nuestra coyuntura actual peruana. Se tiene que afrontar las contradicciones regeneracionales de manera próspera, valorando toda alternativa práctica y teórica como un medio de cambio social. La izquierda ya no es más la de antaño, una que se caracterizaba por cuestiones fútiles y sesgos dogmáticos. Una izquierda que buscaba mantenerse alejado de concepciones utilitaristas y liberales, debido al constante parangón que se hacía del material dogmático entre ambas posturas ideológicas; la izquierda de hoy es auténtica y humana.
Sin duda alguna, la democracia se encuentra gravemente dañada; por consiguiente, se torna necesario la participación de nuevos entes políticos, que demuestren a ultranza que el cambio tiene que propiciarse. Los políticos que actualmente se encuentran en los distintos escaños del poder no han resultado ser los más competentes para lidiar con la crisis estructural que el Perú vive, porque efectivamente la crisis del Perú emana de un escollo estructural de las instituciones. Es momento de aplicar los principios del centralismo democrático, y de lograr la eficacia por medio del establecimiento de lazos de confianza consciente en el plano de la dirección política. Lo único capaz de hacer que se recupere dicha confianza en nuestros líderes es tumbar los focos plagados de pantomimas e ir en pro de lineamientos coherentes y congruentes, y ese es el espacio que la coyuntura actual proporciona a la izquierda: su oportunidad.
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